19 dic 2010

El poder de una historia

Quizá haya tardado demasiado en escribir esta historia, pero era necesario que antes dejase de lado el terror que aun me causan los eventos que ocurrieron y que solo pueden concluir como lo harán esta noche.

                Mi nombre, ventilado por más de un periódico meses atrás es C. Galdós, soy profesor de literatura de secundaria desde hace trece años en el mismo liceo del interior del país, en el cual sucedió parte de lo ocurrido el mes de abril, eventos conocidos por todos como “La tragedia del Acosta” donde murieron, según la policía cuatro adolescentes, cosa falsa aunque no puedo ya probarlo, pues se que también murió un profesor...

                Como parte del programa académico pedí a mis alumnos que crearan un cuento basándose en la obra del autor que más les gustase. Esperaba encontrarme con la consecuente marea de historias de magos y vampiros, mas cual no sería mi sorpresa al encontrar entre los trabajos una historia basada en los escritos de H.P Lovecraft, autor que aun cuando reconozco me causo gran impresión en mi juventud, creía olvidado por nuevas generaciones, por ello mi incredulidad al saber que un joven de 15 años era el responsable del cuento.

                La historia en si no me parecía original, pero era innegablemente bueno, tanto que a duras penas podía despegar mis ojos de él. Quizá se debía al poder descriptivo del muchacho o a mí, como lector empedernido que soy, pero cada página – de las casi treinta que tenía el cuento – me hacían entrar en el dulce letargo de la lectura cinemática, como la he oído nombrar, aquella que te permite visualizar cada escena de forma vivida hasta el punto en que tú mismo estas dentro de la obra. Se bien que Lovecraft tenía ese efecto, pero encontrarlo en un niño me parecía desconcertante, bueno, me lo pareció luego, porque en ese momento no tenía más conciencia que la que estaba dentro del libro, aterrado por las cosas que le ocurrían al protagonista.

                Aunque en ese momento no lo sabía, mi pequeño perro, única compañía de este solterón, salvó mi vida y seguramente mi alma de sufrir quien sabe que destino. Cuando mas absorto estaba en la lectura del cuento sentí los pequeños colmillos clavarse en mi pierna izquierda sacándome lentamente de mi estado casi vegetal. Debo haber estado unos minutos viendo el vacio antes de caer en cuenta donde estaba y en qué estado, pues mi cuerpo se hallaba cubierto de una espesa capa de sudor frio. No dormí esa noche.

                Supongo que debí prestar más atención a lo ocurrido, pero asumí que la causa de mi “traslado” al interior del cuento se debía a lo bien redactado que estaba aunque, cosa curiosa, no recordaba una palabra del mismo. Garabatee una nota alta en la portada (sabía que no lo había terminado, pero no me atreví a hacerlo aun cuando no sospechaba la realidad que ocultaba) y me vestí como cada día para asistir al aula.

                Luego de lo que fue un día rutinario de clases me prepare para entrar en la última, aquella donde estudiaba Marcos, el autor del cuento que me tuvo en vela toda la noche, y debo decir que por alguna razón yo temía ese encuentro y no hablo solo de una incomodidad, y literalmente tenia pavor a observar los ojos de ese muchacho de nuevo. Marcos se sentó como siempre al fondo de la clase, como si tuviese el propósito de no ser observado por sus compañeros algo que en los seis meses de año escolar que llevábamos había logrado, mas sin embargo ese día su presencia me resultaba casi tangible aun cuando hacia el esfuerzo para no mirar ese rincón del aula que se me hacia oscuro y vil. Llegado el momento de repartir los trabajos llame al delegado y le di el pequeño bulto esperando la consecuente salva de quejas sobre el “injusto” trato que daba a sus obras, pero no fue nada comparado con la fría mirada que lanzó Marcos sobre su cuento que guardo rápidamente en su bolso sin tener tiempo a verificar su calificación.

                El siguiente fue un día del todo normal, a pesar de la terrible noche que pasé, pues desperté bañado en lágrimas y sudor, despertando solo gracias a los ladridos de mi fiel amigo. Me aliviaba saber que los viernes no tendría clases con el grupo de Marcos. Sin embargo eso no evito que me aterrara verle hablar con el profesor Ramírez, uno de mis colegas al cual entregó la copia de su trabajo.

                El teléfono me despertó el sábado en la tarde (hora en la que pude dormir tras otra violenta noche de pesadillas que aun no recuerdo), se trataba de la directora del plantel, Ramírez se había quitado la vida…





            “Corría en medio de un desierto, llamas negras lamian mi cuerpo que sangraba por cada poro y él, no, definitivamente no era un él…. El Caos se acercaba, murmuraba al infinito palabras impías que amenazaban con destruir mi cordura… sabia que dejaría de correr y que El Caos me atrapara en la infinidad de garras y colmillos y que me devoraría durante la eternidad”

            Gilberto Ramírez era el profesor de Literatura del turno vespertino y ya había alcanzado la edad para jubilarse, pero al igual que yo Ramírez era soltero así que poca ilusión le hacía pasar el resto de su vida vegetando en espera de una pensión. Era increíblemente enérgico y poseía la habilidad para hacerse escuchar por sus alumnos que sinceramente le envidiaba, además poseía un delicioso carácter alegre que atrapaba a cualquiera y le obligaba a girar en torno a él, se entiende la razón por la cual todos los que le conocimos estábamos realmente impactados.
            Ahora bien, quizá quien esto lea ya haya hecho alguna relación entre mis experiencias previas y la muerte de mi querido amigo, pero mi mente estaba ocupada en tantas otras cosas que añadir lo inexplicable de la situación que el destino había puesto en mi camino hubiese sido imposible. Precisamente a raíz del fallecimiento de Ramírez el tiempo del cual disponía resultaba escaso, pues no había quien le supliera y se acercaba la fecha para los exámenes de lapso del liceo y debía encargarme de ambos turnos. Mi cansancio era tal que caía rendido en la casa luego de revisar las calificaciones de los casi ochocientos alumnos a los que impartía clases. Pero mi sueño distaba de ser reparador. Cada mañana despertaba con recuerdos borrosos que me perseguía a veces durante el día.
            En no pocas ocasiones me había quedado mudo en medio de una explicación y si bien es cierto que se atribuía a mi cansancio en mi fuero interno sabia que todo era a causa de mis pesadillas… podía ver trozos inconexos en cualquier momento y “regresar” para seguir entre nieblas, o en ocasiones revivir algún momento sin saber el porqué de mi terror.
            Sin embargo un hecho ocurrido una semana después, hizo que empezara a ver las conexiones, cual pequeñas fibras, solo visibles cuando se les busca concienzudamente entre los miles de eventos que descartamos en nuestro día a día.
            Rara vez paso asistencia durante mis clases, siempre me ha parecido que es una práctica que se debe dejar de realizar en primaria, pero el día jueves había sido feriado y se me pedía la asistencia en busca de quien quisiera hacer puente con el sábado. Efectivamente faltaban varios, pero cuando mencione el nombre de Velazco Luis y no recibí respuesta, me extraño no recibir el coro de “no vino, profe” en el mismo tono cansón de toda la vida. De hecho la clase entera estaba sumida en un silencio incomodo que poco se relajó cuando uno de ellos dijo, simplemente, “se mato anteayer, profe”.
            Pedí a todos que se retiraran pues me sentí indispuesto… de hecho fui a vaciar mi estomago en el baño de los profesores, decidí evidentemente tomarme el día pues no sabía el porqué de mi temor.
            Estaba aterrado pues en mi fuero interno sabia que de alguna manera todo estaba conectado y yo guardaba la información sin poder acceder a ella.
            Otra noticia desagradable me hizo sentirme aun mas abatido; esperando oír los ladridos de mi perro al llegar a casa, antes bien le encontré muerto en el porche, al parecer algún sádico vecino, molesto por sus nocturnos ladridos había arrojado carne envenenado sobre la cerca.
            Esa noche al dormir lo hice a sabiendas que sus protectores ladridos no me despertarían en medio de mis pesadillas, por esa razón, y quizá parezca infantil, coloque mi despertador para que se activara en la madrugada, y sí que me despertó, cuando me encontraba tirado en medio del pasillo por lo que asumí en principio que se trataba de una suerte de sonambulismo.
 Quizá la presión en el liceo y los hechos que me rodeaban estaban afectando mi sueño, pensé, Decidí tomar un baño para poder conciliar el sueño de nuevo pues quizá por el calor mi piel ardía terriblemente… esa sería la última noche que durmiera hasta hoy… he sufrido de un terrible caso de insomnio debido a lo que pude ver, tanto que me robó el sueño estos últimos cuatro meses. Desnudo, en el espejo de pie del baño una imagen de mismo mostraba un terror imposible, pues cada centímetro de mi piel estaba cubierta las inconfundibles huellas de decenas de garras que perforaban mi piel… solo entonces pude ver la sangre que manchaba mi ropa y que mostraba un claro recorrido que iba desde mi cama hasta el pasillo, no había caminado dormido, algo me había arrastrado.

            Pasaron al menos dos días cuando sonó mi teléfono, era la directora quien me pidió que me quedara en casa, pues si bien había faltado varios días comprendía que el cansancio y la muerte de esos jóvenes podrían haberme agotado al fin. No recuerdo que le respondí, no tenia sueño aun cuando mi cuerpo me pedía que durmiera sabía que no había forma en que cerrara los ojos, pues podía ver escenas de mis pesadillas que había empezado a recordar, y en todas aparecía El Caos, un ente informe venido quien sabe de qué profundidades o tiempos, pero que parecía desear, más que nada, acabar con mi existencia.
            ¿Por qué no había podido hacerlo antes?... la respuesta tardo en llegar a mi embotado y aterrado cerebro… mi fiel perro, el sí que podía verlo, cuando mis pesadillas llegaban a un punto culminante el me despertaba, con un escalofrío descubrí que algún ser vivo, tangente y que quizá conociera era el responsable de la muerte del pequeño héroe… y de la mía si no hacia algo.

            Fue entonces cuando, al atreverme a salir a comprar víveres me llamo la atención el titular de un diario local “Otro estudiante muere en el Acosta”. Pagué la publicación y lo llevé a casa.
            Uno de mis estudiantes fue hallado muerto en su habitación, al parecer se había colgado en la noche cosa inexplicable pues sus resultados en los exámenes de lapso eran excelentes y su vida social no presentaba ningún problema, de hecho según el periódico, su madre había hablado con el justo cuando se disponía a sentarse a leer en su habitación y él se había mostrado incluso alegre al despedirse de ella.

            Leyendo… fue como si un campanazo hubiese sonado dentro de mi aturdida cabeza… leyendo… Ramírez y yo habíamos leído el cuento de Marcos y no resultaba difícil para el entregárselo a sus compañeros en el liceo, pero ¿Cómo lo retiraba? Era imposible que la policía no lo hubiese conservado como evidencia y menos en casos con tan poco espacio de tiempo. Intente pensar cómo era posible pues esa sola conexión haría posible que se esclarecieran los hechos que sabía, no había concluido.
            A la mañana siguiente me presenté en el Liceo y esperé a mis alumnos en la salida. Aunque algunos de mis colegas me saludaron efusivamente debieron notar que no solo no había mejorado si no antes bien me hallaba en un estado deplorable tras casi dos semanas sin dormir.
            Al final cuando salieron de clase le pregunte a uno de ellos si sabia donde estaba Marcos… al parecer se había ido antes pues le dolía la cabeza, pero había tenido tiempo de  prestarle un pequeño cuento a una de mis alumnas. Considerando lo ocurrido creo que debí tomarlo con más calma, pues no pude dejar de susurrar que ella seria la próxima víctima, quisiera que el joven a mi lado no lo hubiese escuchado.

            Sabia donde vivía mi alumna, al otro lado de la ciudad así que me presente en el acto, su madre, aun cuando recelaba de mi maniática apariencia me dijo que ella no se encontraba en casa, dijo que se había entretenido leyendo y que había salido.
            Camine de nuevo a la avenida y vi un corro de curiosos rodeando algo bajo una pasarela, mi alumna yacía en el suelo sobre un charco de sangre, no había rastro del libro. Me arrodille junto a ella y lloré, lloré por ella y por mi y tan deprimido estaba que la policía al preguntar mi nombre no tuvo que pelear para llevarme detenido.

            Pasé dos meses en prisión preventiva de la que nada recuerdo, pues pasaba el tiempo esperando a que El Caos viniera por mi… dos meses que robaron la mayor parte de la cordura que me quedaba, pero que al final, y tras la falta de pruebas y debido a otra muerte sin resolver terminaron con la liberación de mi cuerpo, pues mi mente sigue encarcelada.
            Llegue a casa y por supuesto la encontré vacía, mi única compañía había muerto por salvarme y sé que cuando duerma tendré otro acompañante menos agradable.

            Esta noche había decidido acabar con todo, o eso pensé que ocurriría.

            La casa de Marcos está ubicada no demasiado lejos de la mía así que fui andando, caminaba con cuidado para que no pudieran ver el cuchillo que escondí bajo la manga de mi chaqueta. Toque el timbre pero no obtuve respuesta, por ello solo empuje la puerta, él sabía que había venido y me esperaba.

            La casa de dos plantas estaba impregnada con el inconfundible olor de la putrefacción, olor cuyo origen no me costó mucho encontrar. Sentada en la mesa la que era a todas luces la madre de Marcos se descomponía lentamente convertida en un amasijo de pus y gusanos. Su rostro denotaba el terror absoluto mientras sus manos estaban atadas a la silla.
            Marcos estaba sentado en el sillón mirándome, divertido.

            “A ella – empezó a decirme con una voz odiosa y cargada de maldad – no le deje quitarse la vida después de que leyera el libro. Todos tienen esa mala costumbre, parece que no les agrada las compañías que usted y yo compartimos.
            Parado en medio del salón me encontraba petrificado, no podía articular palabra debido al asco y el asombro que, mezclados con el miedo me habían destruido mentalmente.
            Parece querido profesor – continuó aún usando un tono irónico – que en su caso hizo trampa, ¿no? Usted no termino de leer el libro completo y por eso no hizo efecto tan rápido como en otros. Luego fue que él me dijo lo que ocurría, su estúpido perro lo salvaba cada noche y claro, el no podía tocarlo.
            Sé a qué vino profesor, y me extraña que no lo haya hecho antes, de todos modos entenderá que no me preocupan sus intenciones porque sé que ya no hay mucho de usted en ese cuerpo. Ya él ha acabado con su cordura profesor y no puede lastimarme… por favor deme el cuchillo… gracias”

            Le había entregado el única arma que había llevado para acabar con su existencia pero estaba muy débil para empuñarla… sabía que estaba perdido más allá de toda pesadilla.

            “Aunque quisiera acabar con usted personalmente le dejare terminar de leer mi historia… solo le falta un trozo y así podrá entenderlo todo, tome asiento”
            Me senté justo frente al cadáver… ya no sentía miedo, de hecho no sentía nada, tome el cuento y fui hasta la última página, donde me había quedado.
            La lectura fluyó de nuevo y me vi arrastrado de nuevo a ese infierno particular donde él me esperaba, El Caos se presentaría para devorarme y yo ya no me opondría, quería morir de una vez y fue quizá la absoluta tranquilidad con la que abracé esa idea por la cual no pudo tocarme.
            La última palabra del cuento resbaló por la hoja en la que estaba impreso y descubrí que el hechizo se había, si no roto, al menos estaba en suspenso… aún tenía tiempo de hacer algo…. Tome el cuchillo de la mesa y giré con violencia hundiéndolo hasta el mango en el pecho del joven que me miró con sorpresa y pánico en los ojos…
            Tomé el cuento y lo llevé a casa luego de comprobar que el joven hubiese muerto y lo quemé en el jardín.
            Debía sentirme aliviado al no escuchar un lamento que viniera de su páginas pero no pude evitar sentirme preocupado. El Caos me había dejado huir de él y había matado al único ser vivo que podía ayudarle a cosechar más victimas… ¿Por qué?

            Al entrar a la casa obtuve mi respuesta… mi computadora estaba encendida y conectada al internet. La página a la que había accedido al parecer sola, era un blog, donde Marcos, esta misma noche, dos antes de morir, había subido el cuento integro y ya tenía varios cientos de visitas.
            Marcos no había muerto porque si, El ya no lo necesitaba y se había deshecho de el usándome… así que tampoco me necesitaba a mí.

            Se que caeré dormido en cualquier momento… estoy agotado y ya no pienso con claridad… guardo en mi casa un poco de veneno similar al que usó Marcos para matar a mi perro y lo consumiré apenas vea que este relato está en la red. No seré la presa de El… pero tampoco puedo detenerlo. Al igual que cuando leí su cuento no podía recordarlo, ya no recuerdo la dirección del blog y no está guardado el historial… ya es tarde para tanta gente.
            Acabo de ingerir el veneno que corre por mi cuerpo, veo borroso y estoy muriendo…

Lo siento.

5 feb 2010

Adán Caballero, Capitulo 1 por J.J. Vieira

De cómo conocí a Adán Caballero

Fue a mediados del 2004 cuando me di cuenta que, irremediablemente, tendría que conseguir un empleo, pues la pensión de mi madre difícilmente podría costear mis estudios para convertirme en comunicadora.
Durante los siguientes meses estuve trabajando como empleada en un restaurant de comida rápida, como recepcionista en una agencia de viajes hasta que al fin toco a mi puerta la oportunidad de trabajar en un periódico, recibiendo anuncios clasificados.
Algo debía notarse en mi rostro pues una tarde de agosto de ese mismo año, uno de los más antiguos fotógrafos me dio el teléfono de un retirado colega, que cambiaria definitivamente mi vida y definiría lo que haría el resto ella.
Había llegado a Caracas siendo muy niña, de manos de mi viuda madre a buscar una oportunidad, ella conseguía un puesto público y, siendo solo dos, las necesidades no fueron especialmente acuciantes. Aun conservo de mi Maracaibo natal algo de la chispa Zuliana y un pequeño acento que el tiempo aun no ha borrado. Sin embargo también algo me quedo de mi niñez y es mi dificultad en crear lazos con la gente, razón por la cual nunca he tenido novio y que convertía mis fines de semana, hasta ese día de agosto, en meros maratones de cine antiguo y muchas chucherías en medio de la noche.
Aun así y esto debo decirlo con total honestidad, era imposible no querer a mi nuevo jefe. Luego de aventurarme con mi ya abollado R5 a través de la jungla capitalina desde Petare y hasta el centro, estacione mi armatoste en un edificio cercano al Panteón, y camine el trecho que me separaba del Ministerio de Educación, pues mi destino estaba en sus cercanías.
Recuerdo haber llegado a mediodía, y salían ya del liceo los estudiantes vestidos de azul y crema. Siempre odie el uniforme, el caso que justo al lado del liceo se encontraba el edificio donde habitaba mi nuevo jefe, pulse el intercomunicador y una voz ronca, pero agradable al tiempo me saludo con simpatía. Entre al edificio y subí hasta el tercer piso y tuve la primera visión del que sería mi inusual puesto de trabajo.
Adán Caballero estaba esperándome con la puerta abierta y exhibiendo una cordial sonrisa que invitaba, sin palabras, a entrar. Deje mi sobre un banco mi bolso y mi laptop que me aseguro sería necesaria, pues el no poseía ninguna y yo tenía ya la mía, luego me senté en un amplio mueble el cual me señalo para luego hacer lo mismo en uno pequeño frente a mí.
-Liliana Valero, ¿cierto?, disculpe si me equivoco, mi memoria no es lo que solía ser – me dijo en tono de disculpa
-Si, pero puede llamarme Lili, señor Caballero- respondí notando de inmediato lo idiota que sonaba la combinación de palabras
- Adán, si no le importa
- Bien señor Adán – un tanto mejor – Menciono que necesitaba una secretaria personal, pero dedo que no estamos en una oficina ¿Cuál es mi trabajo aquí?
Adán, en respuesta, se levantó de su asiento y camino a un aparador situado junto al balcón; acto seguido tomó una foto y me la mostró.
- Va directo al grano, eso me agrada, y le respondo en el mismo tono…
En la foto aparecía Adán abrazando a una señora de su misma edad, al menos en aquella época, pues el Adán de Carne y hueso frente a mi rondaría los setenta, mientras la foto parecía haberse tomado al menos una década antes. La señora era agradable a la vista, poseía una mirada dulce y llevaba su cabello castaño, ya pintando algunas canas, corto sobre los hombros. El Adán real no había cambiado mucho sin embargo, seguía siendo más bien robusto y su cabello seguía siendo de un impecable color blanco, también en la foto mostraba un bigote finamente cortado con tijera, pero, a diferencia de la foto este no parecía llevar bastón, como si lo hacia el Adán frente a mí, me pregunte si sería la edad o habría sufrido un accidente.
-Me caí de mi moto hace un par de años… tuve suerte de perder solo la movilidad en mi pierna.
Me sorprendí muchísimo pues no había dicho nada al respecto.
-¿Cómo…?
-Porque mi edad aun no hace estragos con mi visión… un movimiento rápido de sus ojos a mi pierna… además, y ante su primera interrogante, la foto tiene ocho años
-¿Pero…?
-Inclinó la foto con la esperanza de ver una fecha oculta por el marco.
-Vaya… ha leído usted a Conan Doyle.
- Solo un poco, pero para hacerme algo de justicia, solo hice porque varios me compararon con el buen Holmes… nada más lejos de la verdad… prefiero a Poirot.
-La mente antes que la sustancia
-Ni más ni menos
-Su esposa, debo imaginar- quise mostrar que yo también podía ser observadora, luego me di cuenta de lo obvio de la pregunta
-Era mi señora, si. Hace tres años murió de un ataque, siempre tuvo una salud muy frágil.
-Lo lamento
-Gracias… - quizá no fuese tan observadora como quería creer, pero la tristeza aún embargaba a aquél hombre
-En fin – dijo, como si se recompusiera de pronto- eso nos lleva a su labor aquí.
Me pidió que le siguiera y me llevo a una habitación más bien pequeña, atestada de libros, carpetas y muchísimas fotos, además había muchas cámaras algo obsoletas y algún material fotográfico, que había sido empacado pues este cuarto hacia unos años dejo ser un cuarto de revelado para convertirse en un estudio literario.
-Como sabrá trabaje como fotógrafo para varias publicaciones en mi carrera, especializándome en los sucesos, según uno de mis antiguos jefes podía yo dormir en la morgue sin mostrarme preocupado.
Me sentí algo impresionado, pues ante una invitación hojee algunos álbumes que guardaba en su biblioteca, las fotos hablaban por sí mismas ante la veracidad de sus palabras y lo acertado del comentario.
-Un periodista debe ser neutral, pero he de decirle que rara vez lo fui o lo soy aún hoy en día, y guardo muchos recuerdos sobre aquellos días, casos en los que me vi involucrado más de lo que cualquier reportero y aun mas un fotógrafo debería… ya me entenderá.
Adán tomó una de las carpetas y me la mostró.
-Lucia, mi esposa, me convenció tras mi retiro a tratar de reunir todas mis memorias, la verdad quería que me mantuviera activo pues me desespera el ocio. El caso es que ella escribía y yo dictaba. Debo decir que mis memorias son muchas y durante dos años apenas avanzamos lo superficial, pero me sentía vivo y a mi esposa le gustaba la tarea.
Adán se sentó en un viejo escritorio metálico de un horrible color gris, de nuevo se mostraba apesadumbrado.
-La salud de mi esposa se deterioro al poco y murió como ya le he dicho. Sin embargo he decidido continuar la tarea que nos impusimos, tanto por su recuerdo como por mi cordura. Y allí entra usted.
-Le aseguro señor Adán, no soy maestra del folletín.
-Lo será, créame, aquí – dijo golpeándose la sien con un dedo – hay aun mucho por arar.

Así, y en ese día, quede contratada como secretaria de Adán Caballero, y en su despacho hoy varias historias que hoy transcribo una vez más, algunas veces tal como las contó, en otras como las llegue a vivir, pues había mucho que Adán no me dijo ese día, pero aprendí por la malas.



Memorias de Adán: La muerte de Rogelio Acreonte

Adán Caballero contaba apenas treinta y tres años cuando vivió este caso muy de cerca, lo ubico de primero en estas crónicas simplemente porque fue el primero que vino a la mente de mi jefe cuando empezamos a escribir.
Antes de entrar en materia debo decir un par de cosas sobre Adán, en primer lugar, es tan caballero como su apellido lo insinúa, antes de llegar ya habría preparado café y luego de saber que me gustaban las palmeras, nunca faltaron en el escritorio.
Cuando narra sus memorias se emociona de tal modo que camina en la reducida habitación, aun con la cojera que le aqueja desde hace un par de años cuando abordo por última vez su vieja motocicleta. Tal es su entusiasmo que, con mucha vergüenza debo admitirlo, le tome por senil, sin embargo las pruebas que recolecte luego, las personas a las que conocí y me hablaron de él y lo que llegue incluso a vivir cerca de él me hicieron cambiar de idea.
La historia que me contó aquel día, y que hasta días más tarde tome como ficción –impresión que una visita a la hemeroteca del periódico- trataba sobre un asesinato ocurrido en Caracas en mil novecientos setenta y nueve.
Adán, aun soltero, condujo su motocicleta hasta el lugar de los hechos, allí se encontraba ya un conocido, el capitán Camacho, detective a cargo de la investigación.
- Camacho, ¿qué pasó aquí? – años de trabajar como reportero grafico le habían “insensibilizado” ante ciertos espectáculos, pero lo que capto la cámara fue tan horrible que aun yo, tras ver la foto aun conservada casi volqué el contenido de mi estomago
En medio de la habitación estaba el cuerpo sin vida de Rogelio Acreonte, un prestigioso banquero, ligado a ciertas esferas del poder público, su muerte resultaba desconcertante pues lo cierto es que siempre había mostrado un bajo perfil y nadie, que se supiera, se beneficiaria con su muerte, siendo además soltero desde siempre y ya un débil anciano.
- Parece que le dejo entrar, no hay marcas de que la puerta haya sido forzada, hemos ubicado a la servidumbre, cada uno posee una copia de la llave y aquí está la otra, así que solo uno de los tres empleados, chofer, cocinera y mucama pudieron haber entrado, pero este salvajismo es solo posible en un hombre…de paso aún no ubicamos al chofer.

- Un momento- le interrumpí, guarde el archivo en la computadora y le encaré - ¿Cómo que enfocara el cráneo?, ¿en qué tipo de periódico trabajaba?

- Déjame explicarte- me dijo sirviéndose algo de café, si le contrariaba la interrupción no mostró signo de ello – Resulta que la P.T.J. contrataba a varios civiles para ciertos trabajos, yo tenía desde hacía años ciertos contactos con la policía y llegue a un acuerdo, trabajaba gratis para ellos como fotógrafo criminalista y podía publicar las fotos menos escabrosas, en este caso solo pude presentar la del exterior de la casa y la de algunas manchas de sangre… esta última fue fácil de tomar, donde voltearas había sangre.

No me fue difícil creerle, las fotos que aún conservaba, pues siempre sacó dos copias a las que tomaba, una para él y una para la policía, mostraban el cadáver de un señor mas anciano que maduro, bastante frágil, cuyo cráneo resultaba irreconocible. Las manos mostraban ciertas yagas hechas con anterioridad, pues al parecer el anciano aun jugaba al golf. Al parecer alguien ya había volcado el estomago a unos pasos de la puerta, pero ningún policía que se precie reconocería tan humana reacción.
En la cocina no había nada interesante, pues había sido limpiada recientemente, sin embargo encontró lo que parecía un polvillo blanco cerca del fregadero, también lo fotografió.
- Bueno, ya tengo todo lo que necesitamos aquí – dio un par de golpecitos a la cámara… tomare el exterior, igual no podre mostrar más que eso, ¿no?
- Ya sabes cómo son los de arriba- respondió Camacho

Adán salió y tomó fotos de las huellas de la entrada; pero dado que había llovido el día anterior poco podía servirse de ellas.
Luego fue al garaje donde un LTD negro aguardaba aparcado en un amplio espacio sin señales de haber sido movido en días, tomó varias fotos de este y observó una plancha de metal en la pared de la que colgaban varias herramientas, noto que faltaba una grande, también fotografió el agujero que dejaba su falta.
En la noche, Adán visito la hemeroteca y buscó varios ejemplares de días anteriores, entre ellos estaba la noticia de una pequeña manifestación que algunos clientes insatisfechos realizaron frente a las puertas del banco, pues alegaban que algunas sumas no cuadraban con la realidad.
Luego busco todo lo que pudo sobre Acreonte, familia, ninguna, lugar de origen, Islas Canarias, pasa sus vacaciones solo o en compañía de algunos socios del banco en una villa privada que posee en las afueras de Miami.

Encontró pocas fotografías de Acreonte en vida, y solo en una de ellas aparecía el chofer.
- Fue entonces cuando todo atravesó mi cerebro, como un disparo – me dijo – varios años observando fotografías de criminales y gente buscada por la policía me había entrenado, la verdad, y no tarde en reconocer a este sujeto que aparecía abriendo la puerta del auto, lo que hice fue correr al teléfono y llamar a Camacho a las tres de la mañana… no hace falta que repita las hermosas flores que le lanzó a mi madre supongo.

Camacho y Adán llegaron a Maiquetía a las siete, con la sirena encendida, fue solo entrar al estacionamiento y escuchar el rugido del motor de un auto que atravesaba todo el espacio a contrasentido.
- “Yo que tú me pongo el cinturón”, eso me dijo Camacho… nunca lo odié tanto como ese día, embistió de frente al otro auto y así atrapo al asesino, que aunque con varias contusiones, seguía vivo.

Esa noche, Camacho y Adán estaban en un bar comentando el caso, el primero aún no se reponía por la sorpresa.
- Dime de nuevo, ¿Cómo supiste?
- La foto que encontré en la hemeroteca, allí pude ver al chofer, resulta que el tenían otro auto igual al primero, pero este LTD tenía un volante personalizado en madera, algo que no tenía el de la casa, muy bonito el volante, pero marcaba las manos del chofer en una curva igual a la que vimos en su cadáver, obviamente Acreonte se dio cuenta del parecido físico que existía entre él y su chofer y lo realizó sin mucha planeación.

- Pero eventualmente nos íbamos a dar cuenta de que seguía vivo.


- Si, algo que no serviría de nada cuando estuviera en Miami, lejos de cualquier acusación de asesinato, o de fraude cosa de la que escapaba en principio; el caso es que hizo entrar al chofer y le habrá invitado algo de tomar, le envenenó y luego desfiguro el rostro con la llave de cruz que faltaba en el garaje, que estaba en su poder en el otro carro… después de todo hubiesen tardado mucho en comparar huellas, pues nadie pensaría que este anciano no era el mismo Rogelio.

- Y ¿cómo supiste lo del veneno?, todos creímos que era somnífero.

- Pero fue obvio que el vomito cerca de él no era de tus policías, pues aunque la escena así lo ameritaba, lo cierto es que estaba demasiado cerca del cuerpo, y la reacción natural es voltear el rostro… por lo que el vomito no estaría en su dirección…

El artículo en el periódico que Adán me mostró relataba la magnífica labor policial, al haber resuelto un caso tan difícil en menos de un día… pero la única vez que el nombre de mi jefe aparecía, era justo bajo la foto de Camacho llevando al maltrecho anciano, por haberla tomado.
- Si te soy sincero… nunca me intereso la fama – me respondió a la pregunta que no llegue a formular

3 dic 2009

Matrimonio


Como hombre casado y como padre que soy, entiendo, respeto y vivo el matrimonio civil como lo que es; la union entre dos personas que han decidido compartir sus vidas, con todos los deberes y derechos que la ley dicta. 

Pero de nuevo, y esta vez en el estado de New York, en EE.UU., se ha votado contra el matrimonio homosexual.
¿Por qué tal odio?, un odio visceral, proveniente del terror o la ignorancia.
Que dos hombres o dos mujeres hayan decidido amarse, sencillamente me resbala tanto como una pareja tradicional... simplemente no es mi problema.
¿Quien le da derecho a esos y a todos los magistrados a decidir como y con quien han de casarse las personas de quienes, no olvidemos, son empleados?

Respeto las tradiciones, si, pero no a costa de negar a otro ser humano uno de los derechos mas fundamentales, decidir con quien ha de pasar el resto de su vida unidos por el lazo civil del matrimonio (que no el religioso, que ya es otro tema).

La historia es simple, una pareja gay vive junta, amandose tranquilamente, viviendo sus vidas, hasta que por desgracia uno de ellos enferma, ¿sabian que en algunos hospitales niegan la entrada de su pareja?.
Y la enfermedad avanza, pero dado que los beneficios medicos no se dan porque NO ESTAN CASADOS, esta persona empeora, dejando a su pareja, que no puede verle, con todos los gastos en medicinas u hospitalizaciones.
El paciente muere, y la casa, que estaba a su nombre, pasara a la prima esa que vive a tres estados, pero nunca a su pareja, PORQUE NO ESTAN CASADOS.
Y todo porque un par de pedofilos, dos o tres corruptos, ¿y por que no? un gay de closet que teme perder su puesto si tal verdad se revelara... decidieron que no era moralmente aceptable un matrimonio homosexual.

Espero que no este lejano el dia en el que las personas se dediquen a vivir sus propias vidas, dejando de juzgar a las demas sobre el hombro.

Hipocritas!!!

Reconectandome

Aqui estoy de nuevo, con mas ganas y quiza por las fechas con algo mas de tiempo....
Al menos el suficiente para anunciar la llegada de Ramen Picante un blog distinto dirigido a un publico adulto, en Ramen Picante publicare aquello que no puedo publicar aqui.
El Link se encuentra en mi lista de Blogs... disfrutenla.

Muchos saludos a todos, pronto empiezo a subir los cuentos que ya tengo en mi cajón del desastre.

10 jun 2009

Inspiración Paterna

Sé que la cantidad de personas que visitan este espacio es tan virtual como el mismo, sin embargo debo decir que jamás he escrito nada solo porque lo visiten. Para mí este blog es simplemente un medio como cualquier otro de plasmar mis ideas de un modo quien sabe si más duradero que una hoja de papel.

Dicho esto, y para aquellas dos o tres personas (todas familia mía, por cierto) que leen este espacio quizá valga la pena hacer una advertencia, no suelo ser tan lacrimógeno y mucho menos sensible, pero las pocas veces que tengo oportunidad de escribir algo diferente a un modulo o un pequeño cuento desechable, son días feriados.

Poco falta para celebrar el día del padre, y es curioso el caso en que me encuentro pues siempre tengo que hacerme de un almanaque para recordar esta fecha siendo, como soy, padre.

Lo que ocurre es que este tipo de celebraciones suelen grabarse en nuestras mentes a base de celebrarlas desde la niñez y a mi padre yo lo conocí a los doce años.

A mi madre, hermosa desde que la recuerdo, nunca le faltaron pretendientes, a los que ella con el buen juicio que le caracteriza, rechazaba.
Bueno, esto fue hasta que conocí a mi padre; no al biológico que anteponía al dios Baco a la familia, ese no, de quien hablo es de Chune, mi PAPÁ, así, con mayúsculas.

No tenía la apariencia de un galán de cine (la verdad es que es clavadito a James Earl Jones, hasta la voz profunda se le parece), tampoco estaba en la flor de la juventud, y si alguno se dijo sonriendo algo sobre el dinero, pues se equivocó, no le sobraba exactamente.
Entonces, ¿que tenia y que tiene este señor?... eso mismo... que era y es un señor.

Mi madre nunca dejó de presentarnos a quienes se le acercaban, pero a pesar de que algunos trataron de comprarnos con no pocos paseos y regalos, lo cierto es que de ninguno guardo en mi memoria, antes bien recuerdo el día en que conocí a este superhombre a quien mi madre, parte intuyendo su valor como padre, parte descubriendo mucho de ella en el, decidió dar lo que resta de vida como esposa.

Mas no solo por ello sentiríamos mis hermanos y yo que éramos familia , pues sorpresas que destina el creador, a esta pareja, ella bastante más joven que él, pero ambos sobre la edad esperada, bendijeron al mundo con una hija, mi adoradísima hermana.

Aun podría contar miles de anécdotas sobre mi padre, historias que ilustrarían a la perfección porque tan admirado y tan querido, tantas como días le he conocido, pero no creo que ni el espacio ni las palabras me alcancen.
Por ello solo comentar que mi padre es aun el más admirado de los hombres que alguna vez conocí, por su entrega, por el amor incondicional que nos ofrecía y nos ofrece día tras día, es el ejemplo de paciencia, de respeto de hombría mas allá del estereotipado machote del hogar... mi padre es un señor.
Pronto cumplirá setenta y tres años, pero aun despierta cada madrugada para subir a su auto, llevar a mi hermana al colegio y recorrer los poco más de setenta kilómetros que le separan de la oficina, ¿qué mejor ejemplo de dedicación y entrega?

Papá, se bien que las palabras bien pueden ser solo palabras, y quizá al vernos te preguntes si valió la pena llevarnos de la mano doliéndote en la piel cada vez que nosotros tropezamos, brotando llanto por cada lagrima nuestra y llorando en silencia tras nuestras tristezas, pero padre amado, una vez oí a alguien decir que en el cielo el amor que por uno sintiera la gente empuja un poco las puertas del cielo... entre estos tres hijos, carne de otra carne, sangre de otra sangre, mas alma y pensamientos solo tuyos; ganado tienes el paraíso.

Como una vez te dije padre mío, a san José se le celebra por ser el padre putativo de un solo buen hombre, tú decidiste hacer buenos a tres. Por ello, si este día tan cercano no existiera, por ti lo habríamos creado.

Mil veces Dios te bendiga mi viejito, y mil veces la bendición.

10 may 2009

Una madre...

Esta es un pequeña historia.
No es la mas original de las historias, tampoco es la mas bonita y ciertamente no es la mejor contada, pero es una historia.

Hubo una y miles de veces una mujer, que sin proponerselo, tal vez incluso sin desearlo... fue madre.

Esperó, con entusiasmo, con miedo, con alegria, con todas esas emociones que solo una mujer puede sentir al tiempo a su hijo.

Le vio nacer y con un regocijo infinito vio sus ojitos abrirse al mundo.

Y la mujer pensó que ya no podrian existir jamás alegrias iguales, que el mundo le habia dado algo tan hermoso que no podria volver a sonreir igual.

Pero entonces, antes que ella pudiese asimilarlo... el niño dijo mamá.

Y la mujer lloró de alegria. Y lloró cuando por vez primera, el niño fue a la escuela, y cuando monto su bicicleta y cuando pasó su primera noche fuera de casa.

Tambien se desgarro en llanto cuando enfermó, y cuando cayó de aquel muro y se raspó las rodillas, lloró en silencio tantas veces y el niño de esto nada supo...

Pero el niño ya tenia ideas propias y lo que mamá decia ya no era tan importante, a veces resultaba hasta fastidioso... pero la mujer sabia que esto solo significaba una cosa... el niño se hacia hombre.

Y las nieves del tiempo cubrieron la hermosa cabeza, el saber trocó en sabiduría y la experiencia fué el bastón de la mujer.

Y un día otros ojitos se abrieron al mundo, el niño hecho hombre era padre y la madre volviase abuela...

Y la mujer lloró de nuevo de alegria.

Advertidos estaban... la historia no es tan original... tampoco muy bonita... y ciertamente, no está muy bien contada...

Pero en retrospectiva, hasta a mi me hace llorar y no se por que.

Madre, santo sea tu nombre mil veces y mil más bendito el amor que me profesas cada dia, cuando fui niño y hoy que soy padre.

Bendición mami... y feliz dia.

J2

10 nov 2008

La Bella Doncella y El Príncipe Jardinero, Por mi hija, Andrea Vieira

Hubo una Vez un Príncipe al que le gustaba sembrar flores.
Luego de cortar la ultima flor empezó a llover, cosa que entristeció al Príncipe Jardinero.
En el camino al castillo, el Príncipe vio a una hermosa doncella de la que se enamoro.
Lo que el Príncipe no sabia es que la hermana de la doncella era una malvada bruja que quería casarse con el Príncipe, así que usando su varita lanzo un maleficio la doncella para que se volviera fea.
El Príncipe, que seguía amando a la doncella partió a su castillo donde le esperaba la bruja para hechizarlo, pero sus hechizos rebotaban contra el Príncipe Jardinero pues este no le tenia miedo.
La bruja enojada llamo a un dragón gigantesco para que se comiera al Príncipe, pero como el escudo del Príncipe era mágico la bola de fuego que lanzara contra el rebotó hasta la bruja que murió, lo que rompió todos sus hechizos.
El dragón desapareció, la doncella se convirtió de nuevo en hermosa y se casó con el Príncipe y vivieron felices por siempre.
Y colorin colorado, este cuento se ha terminado.